Para ti caminante.

Conocer el camino no nos hace más sabios, andarlo con virtud, nos transforma en maestros.

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jueves, 10 de octubre de 2013

Hasta que el sendero de luz no se haya unido al de la vida, no podrá efectuarse la gran transición del cuarto reino al quinto. Son posibles ciertas expansiones de conciencia; pueden pasarse iniciaciones en el plano astral y en el plano mental inferior, percibirse algo de la visión y sentir la Presencia; puede llegarse al Bien Amado por medio del amor y la beatitud, y la alegría de este contacto puede traer consigo una alegría permanente; pero esa clara percepción proveniente de la experiencia pasada en el Monte de la Iluminación, es muy distinta de la alegría experimentada en el Monte de la Bendición. En uno, el Corazón es el guía, y en otro, la Cabeza. Para responder más categóricamente: el sendero del conocimiento es el del ocultista y del sabio; el del amor es el del místico y del santo. El acercamiento por medio de la cabeza o del corazón no depende del rayo, pues ambos caminos deben ser conocidos; el místico deberá convertirse en ocultista; el ocultista blanco ha sido el místico santificado. El verdadero conocimiento es amor inteligente, porque es la fusión del intelecto y la devoción. La unidad se siente en el corazón; su aplicación inteligente a la vida debe ser desarrollada mediante el conocimiento. Es de gran valor reconocer la tendencia del propósito de la vida, y saber si el objetivo de una vida constituye el método de la cabeza o del corazón. Aquí se requiere, sin embargo, un sutil discernimiento espiritual, porque el espejismo de la ilusión puede tentar a seguir el sendero de la inercia. Reflexionen detenidamente sobre estas palabras y asegúrense que la cuestión tenga una base sólida y que no provenga de un complejo de inferioridad, ni de la iniciativa de un hermano y su consiguiente envidia, o de una plácida inercia que niega toda actividad. DK