Para ti caminante.

Conocer el camino no nos hace más sabios, andarlo con virtud, nos transforma en maestros.

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domingo, 2 de marzo de 2014

Debemos recordar siempre que el interés investigador y una amplia captación del plan del Logos no tienen importancia para el hombre, si éste no correlaciona el presente con lo que cree que encierra el futuro, a no ser que esté seguro del desarrollo alcanzado, y que comprenda en qué consiste el trabajo inmediato a realizar durante el proceso gradual de obtener plena conciencia. ¿QUÉ RELACIÓN EXISTE ENTRE EL HIJO Y EL SOL? Esta pregunta nos lleva primeramente a considerar Quién es el Hijo y cuál es Su función. Todo sistema que merece el nombre de filosófico reconoce universalmente dos factores, espíritu y materia, purusha y prakriti. A veces se tiende a confundir los términos "vida y forma", "conciencia y vehículo de la conciencia", con los términos "Espíritu y materia". Dichos términos se relacionan, pero el punto de vista se aclararía si comprendiéramos que antes de la manifestación o del nacimiento de un sistema solar es más correcto emplear las palabras Espíritu y materia. Cuando ambas se interrelacionan durante la manifestación, después que ha cesado el intervalo praláyico entre los dos sistemas, entonces la vida y la forma, la conciencia y sus vehículos, son términos correctos, porque durante el período de abstracción no existe la conciencia ni la forma, y la vida, manifestándose como principio, tampoco existe. Sólo existe Espíritu-sustancia pero en estado de positividad, de total neutralidad, de negatividad y de pasividad. En la manifestación ambos se aproximan; actúan entre sí; la actividad reemplaza a la pasividad, la positividad a la negatividad; hay movimiento en vez de pasividad y ambos factores primordiales ya no son neutros, sino que se atraen y rechazan, se interactúan y se utilizan. Sólo entonces podemos tener la forma animada por la vida y la conciencia manifestada a través de vehículos adecuados. ¿Cómo se puede manifestar esto? En términos de fuego, cuando los dos polos eléctricos se unen definitivamente, se observa calor y luz por medio de la vista y la sensibilidad esotéricas. Esta relación se establece y perfecciona durante el proceso evolutivo. El calor y la luz se producen por la unión de los dos polos, o por el matrimonio esotérico de lo masculino y lo femenino, Espíritu (padre) y materia (madre). Físicamente dicha unión produce el sistema solar objetivo, el Hijo del Padre y de la Madre. Subjetivamente produce al Sol, suma total de las cualidades de luz y calor. En términos de Fuego, mediante la unión o unificación del fuego eléctrico (Espíritu) con el fuego por fricción (materia energetizada) se produce el fuego solar. Este fuego solar se distinguirá de todo lo demás por su desenvolvimiento evolutivo y por la intensificación gradual del calor que se ha de sentir y la luz que se ha de ver. Para poder llegar a una comprensión más clara de este tema tan abstracto, podemos considerar que el microcosmos, el hombre, evoluciona en los tres mundos. El hombre es el producto de la aproximación (imperfecta hoy) de los dos polos: Espíritu (el Padre en el cielo) y materia (la Madre). Esta unión da por resultado un Hijo de Dios individualizado, la unidad del Yo divino, y su reproducción exacta, en miniatura, en el plano más inferior del gran Hijo de Dios u Omni-Yo, quien constituye en Sí mismo la totalidad de todos los hijos, en miniatura, de todos los yoes individualizados y de todos y cada uno de los entes. Expresado en otros términos, el microcosmos, desde el punto de vista subjetivo, es un sol en miniatura que se distingue por las cualidades de luz y calor. En la actualidad esa luz se halla como "debajo de un cesto", o profundamente oculta por un velo de materia; pero en el proceso evolutivo brillará en tal forma, que los velos se desvanecerán ante el resplandor de la excelsa gloria. Actualmente el calor microcósmico es mínimo, es decir, la radiación magnética entre los entes microcósmicos se siente poco (según el significado oculto del término), pero con el tiempo las emanaciones de calor -debido a la intensificación de la llama interna, unida a la radiación asimilada por otros entes- aumentarán y alcanzarán tales proporciones, que la interacción entre los Yoes individualizados traerá como resultado, en cada uno, la perfecta fusión de la llama y del calor; esto continuará hasta que exista "una sola llama con incontables chispas", y el calor sea general y equilibrado. Cuando ello ocurra y cada Hijo de Dios llegue a ser un Sol perfecto, caracterizado por la luz y el calor perfectamente expresados, todo el sistema solar, el Hijo mayor de Dios, será un Sol perfecto. DK