Para ti caminante.

Conocer el camino no nos hace más sabios, andarlo con virtud, nos transforma en maestros.

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jueves, 2 de septiembre de 2021


 DISCRIMINAR .

Para que el alma se libere a sí misma de las trabas de la materia, el hombre debe aprender a discriminar entre la ilusión misma y lo que está velado por la ilusión. La discriminación es la capacidad de la mente para observar, analizar, separar, y luego decidir entre varias cualidades. En las primeras etapas de su desarrollo, la discriminación o juicio del hombre y su consiguiente elección de los caminos a seguir, serán a menudo incorrectos, pero es a través de estos errores y el posterior dolor y sufrimiento como se aprenden las lecciones de la vida.

La discriminación indica que el discípulo en primer lugar tiene que ser consciente de la pluralidad de fuerzas que están afectando a una cuestión. Ahora sólo le queda distinguir claramente la naturaleza y dirección de estas fuerzas, y entonces escoger el camino correcto que debe llevarlo a la determinación de verdaderos valores, y así al destino del alma. A menudo significa que hay que elegir entre principios primarios y secundarios, sopesar derechos mayores y menores, o decidir entre lo esencial y lo no esencial.

Estrechamente asociadas con la discriminación están cualidades como la inteligencia, sentido esotérico, equilibrio, desapasionamiento, desapego, desinterés, amor y buena voluntad.

La correcta discriminación contribuirá a la activación del ‘tercer ojo’, proporcionando una clara visión del sendero a seguir. Agregue a éstas la aceptación, y la naturaleza emocional será inmune a las demandas perturbadoras del deseo y las influencias de los sentidos.

La genuina discriminación no es más que la evidencia de una creciente sabiduría, y evocará la elección correcta, que conducirá a la acción correcta, estando todas determinadas por el verdadero alineamiento con el alma. (D.K.)