Para ti caminante.

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jueves, 22 de septiembre de 2022


 EL DESAPEGO


Necesita adquirir el interno y divino desapego de quien ve la vida en su verdadera perspectiva. El hombre queda entonces libre, sin que le afecte nada de lo que pueda ocurrir. La actitud ideal para usted es la del Observador que en manera alguna se identifica con lo que ocurre en los planos físico y emocional, y cuya mente es un límpido reflector de la verdad, verdad percibida intuitivamente, porque no hay reacciones mentales violentas o respuestas emotivas; los vehículos de percepción están pasivos y por lo tanto nada contrarresta la actitud correcta. Una vez que alcance ese estado de conciencia, podrá enseñar en forma erudita y sabrá al mismo tiempo lo que debe enseñar. 


Está aprendiendo a desapegarse de las personas y de las manos aferradoras de esas presencias exigentes que claman por su atención. Esta liberación debe acrecentarse a medida que se esfuerza por satisfacer en forma perfecta la necesidad de quienes lo circundan, y no obstante al mismo tiempo continuar con mayor fuerza su desapego del aferramiento interno de esas personas, las cuales no deben llegas hasta la fortaleza interna de su alma. Debe aprender a permanecer allí, desapegado y sin temor.


Uno de los problemas que todos los discípulos sinceros deben resolver es aprender a vivir como si el cuerpo físico no existiera. Con ello quiero significar que la actitud interna mental debe anular todas las limitaciones y obstáculos que el cuerpo físico impone y evita así que se exprese libremente la conciencia espiritual. El cultivo de una actitud desapegada hacia la vida y las circunstancias. 


Una de las primeras lecciones que todo discípulo debe aprender es el desarrollo de ese desapego interno que le permitirá fusionarse en la conciencia del hermano y conocer y asegurarse el mejor modo de ayudarlo y estimularlo para un renovado auto esfuerzo. Debe también cultivar esa verdadera humildad que lo obligará a dar todo lo que tiene para servir altruistamente y luego olvidar lo que dio de sí mismo. No debe considerarse un factor indispensable. Sólo cuando el desapego y la humildad están presentes, puede un discípulo servir en realidad. Por lo tanto, cultive estas cualidades y siga dando de sí mismo al prestar servicio. 


Viva siempre por encima de su cuerpo físico, ignore cómo se siente y trate de morar en lo posible teniendo su conciencia vigílica fusionada y aunada con la del alma. Aunque no lo sienta, sabe que está allí.


Me pregunto hermano mío, si es posible hacerle ver que la vida de aislamiento espiritual de ninguna manera es aislamiento personal. Llegar a este estado del “ser aislado” es para usted solucionar muchos de sus problemas, el aislamiento lo produce la indiferencia emocional hacia su medio ambiente y las personas,, pero es una indiferencia espiritual basada en el desapego y el desapasionamiento espirituales. Cuando está presente se cumplen las obligaciones y los deberes, pero no hay identificación con las personas o las circunstancias. El alma permanece libre, desapegada, sin temor y no está regida por lo que existe en los tres mundos. Esto es verdadera indiferencia espiritual. 


Únase a las almas, hermano mío, pero apártese de las personalidades. Las almas curan y ayudan mutuamente a sus personalidades. Las relaciones de la personalidad son agotadoras y desvitalizadoras.


El fracaso en ser desapegado. Se ata a quienes ama y las aferradoras manos del amor pueden a menudo obstaculizar el progreso –-o sólo el suyo sino también el de aquellos a quienes ama Al amar a quienes conviven con usted, se preguntó alguna vez: ¿Los fortalezco como almas a fin de que hagan frente a la vida y presten servicio?... Su amor, su persistente posesivo amor a quienes ha reunido estrechamente a su alrededor en el proceso kármico de la vida, impide que los ame intensa y realmente... Le pido que su amor sea más real. 


Mantenga siempre la actitud del Observador en la cabeza. De esta manera el desapego del alma aumentará, mientras se acrecentará y multiplicará el apego del alma a las almas. 


El discípulo aprende oportunamente a conocerse, sobre todo (mientras está en encarnación) como director de fuerzas, dirigiéndolas desde la altura del divino Observador y mediante el desapego. Esto lo he dicho muchas veces. Estas verdades son trivialidades del ocultismo, sin embargo, si pudieran comprender el pleno significado del desapego y permanecer serenos, como el Director que observa, no harían movimientos inútiles ni erróneos, ni existirían falsas interpretaciones y divagaciones por los atajos secundarios de la vida diaria, ni observarían a los demás con prejuicios y visión distorsionada y, sobre todo, no derrocharían fuerzas. 


Referencias:

El discipulado en la nueva era Tomo II Pág 147/365/402

El discipulado en la nueva era Tomo II Pág.387/398/422

El discipulado en la nueva era Tomo II Pág. 476/570

Telepatía y el vehículo etérico Pág.185