Es posible alcanzar ese punto donde nada de lo que ocurre altera la calma interna,
donde se reconoce y experimenta la paz que trasciende toda comprensión, porque la
conciencia está centrada en el ego, que es la paz misma, y constituye el círculo de la vida
búdica; donde se conoce y siente el aplomo y reina el equilibrio, porque el centro de vida
reside en el ego, que en esencia es equilibrio; donde prevalece la serena e inconmovible
calma y el divino Conocedor empuña las riendas del gobierno y no permite las
perturbaciones del yo inferior; donde se alcanza la beatitud, que no está basada en las
circunstancias de los tres mundos, sino en la comprensión interna de la existencia separada
del no-yo, existencia que persiste cuando dejan de existir el tiempo y el espacio y todo
cuanto contienen; esto se conoce cuando se experimentan, trascienden y trasmutan, las
ilusiones de los planos inferiores, lo cual perdura cuando el pequeño mundo del esfuerzo
humano se ha disipado y desaparecido y se lo considera inexistente, estando basado en el
Conocimiento del YO SOY ÉSE. Iniciación Humana y Solar.
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