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lunes, 18 de julio de 2022


 LAS ALMAS QUE DESPIERTAN

La generalidad de las almas humanas encarnan obedeciendo al anhelo o deseo de adquirir experiencia, siendo la atracción magnética del plano físico el factor determinante definitivo. Como almas están orientadas hacia la vida terrena. Las almas que despiertan o las que (ocultamente hablando) “vuelven en sí”, vienen a la experiencia de la vida física apenas conscientes de otra atracción superior. Por consiguiente, no tienen una orientación definida en el plano físico, como la mayoría de sus semejantes. Estas almas, en proceso de despertar, a veces pueden ser influenciadas para retardar o demorar su entrada en la vida física, a fin de condicionar el proceso de la civilización, o para acelerar su entrada en la vida terrena, y estar así disponibles, como agentes, para tal proceso condicionador. Dicho proceso no lo llevan a cabo mediante una actividad determinada e inteligentemente valorada, sino en forma natural por el simple efecto de vivir en el mundo y lograr los objetivos de su vida. De esta manera condicionan su medio ambiente por medio de la belleza, el poder o la influencia de sus vidas y, con frecuencia, ellas mismas son inconscientes del efecto que producen. Por lo tanto, es evidente que los cambios necesarios en nuestra civilización pueden ser rápidos o lentos, según sea el número de quienes viven como almas en entrenamiento...

Estas almas entrantes, gracias a su comprensión altamente desarrollada y a su “fuerza de voluntad”, produjeron a menudo trastornos en diversos sentidos. Sin embargo, si pudiéramos observar, como lo hacen aquellos que están en el aspecto interno y comparar la luz que posee la humanidad actual con la que poseía hace doscientos o trescientos años, apreciaríamos el enorme progreso realizado. Esto se evidencia en el establecimiento de un grupo de “almas condicionadoras” que actúa con el nombre de Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, iniciado en 1925, las cuales pueden ahora encarnar gracias al trabajo realizado por ese grupo de almas que aceleraron su encarnación debido al impulso de la Jerarquía. Las palabras condicionar y condicionamiento se emplean aquí con mucha frecuencia, porque son apropiadas para indicar la acción. Estas almas debido a su grado de evolución, a su etapa de desenvolvimiento ya su impresionabilidad ala idea grupal y al Plan, pueden venir a la encarnación y comenzar más o menos a desarrollar el Plan y a evocar una respuesta al mismo, en la conciencia humana. De allí que pueden “preparar el camino para el advenimiento del Señor”. Esta última frase es simbólica, e indica un determinado nivel de cultura espiritual en la humanidad. Dichas almas son a veces vagamente conscientes de su estupenda tarea y, en la mayoría de los casos, inconscientes de su cualificador destino. Según El Antiguo Comentario, son guiadas como almas de la Jerarquía y antes de encarnar son conscientes del impulso de “ayudar al acongojado planeta y así liberar a los prisioneros que fueron cautivados por el deseo inferior”; pero una vez encarnadas, esa conciencia también desaparece y su cerebro físico no será consciente de lo que sus almas se han propuesto. Sólo permanece el anhelo de realizar ciertas actividades específicas. No obstante el trabajo continúa.

Pocas almas encarnan por propia voluntad y decisión, trabajan con claro conocimiento y emprenden la tarea inmediata. Son las personas clave de cualquier época y los factores sicológicamente determinantes en cualquier período histórico dado. Son quienes marcan el paso y realizan el trabajo precursor; atraen hacia sí el odio y el amor del mundo; trabajan como Constructores o Destructores y, con el tiempo, retornan a su lugar de origen llevando consigo el botín de la victoria, como símbolo de la propia libertad obtenida o la ajena. Hablando en sentido sicológico, conservan las cicatrices infligidas por los opositores, pero tienen la seguridad de que han desempeñado con éxito la tarea que tenían designada.

El número de personas del primer grupo, ahora en encarnación, ha aumentado notablemente durante el último siglo, razón por la cual podemos esperar el rápido desarrollo de las características de la entrante Era acuariana.

Referencias:
Tratado sobre los Siete Rayos Tomo III Pág. 205/7

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