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martes, 3 de octubre de 2023


                     EL SEXO Y EL DISCIPULADO

1) Quisiera decir algunas palabras respecto al sexo en la vida del discípulo. Existe una gran contusión sobre el tema; en la mente de los aspirantes el precepto sobre el celibato está asumiendo un cariz de doctrina religiosa. Con frecuencia nos dicen los bien intencionados, pero carentes de lógica, que si un hombre es discípulo no puede contraer matrimonio y, por consiguiente, no puede haber una realización espiritual, a no ser que el hombre practique el celibato, teoría que tiene su origen en dos cosas:
Primero, en Oriente ha existido un concepto erróneo respecto a las mujeres. Segundo, en Occidente ha prevalecido, desde la época del Cristo, la tendencia a conceptuar la vida espiritual como monástica y conventual. Ambos conceptos encierran dos ideas equívocas y son la raíz de la gran incomprensión y la razón de muchos males. El hombre no es mejor que la mujer ni la mujer mejor que el hombre. Sin embargo, millares de personas consideran a la mujer como la perfección del mal y la base de la tentación. Pero Dios ordenó desde el principio que hombres y mujeres tenían que satisfacer las necesidades comunes y actuar y complementarse entre sí. Dios no ordenó que los hombres vivan en comunidad, aislados de las mujeres o las mujeres de los hombres; estos dos grandes sistemas han conducido a los abusos sexuales y a grandes sufrimientos.
Creer que el discípulo debe llevar una vida de celibato y abstenerse de practicar toda función natural, es incorrecto e indeseable. Esto puede comprobarse por el reconocimiento de dos cosas:
Primero, si la divinidad es verdaderamente una realidad y la expresión de la omnipotencia, de la omnipresencia, así como de la omnisciencia, y si el hombre es esencialmente divino, entonces no puede existir una condición donde la divinidad no tenga supremacía. No puede haber una esfera de actividad humana en la que el hombre no actúe en forma divina, o que las funciones no puedan ser iluminadas por la luz de la razón pura y la inteligencia divina. No me refiero aquí a ese argumento engañoso e hipotético que, debido a la divinidad inherente en el hombre, considera correcto lo que las personas normales y bien orientadas consideran erróneo. Esto puede ser sólo una excusa superficial para actuar mal. Me refiero a las correctas relaciones sexuales dentro de los límites de las leyes tanto espirituales como las del país.
Segundo, la vida que no esté bien integrada ni ejerza todas las funciones de su naturaleza (animal, humana y divina, y el hombre es esas tres cosas en un solo cuerpo) es frustrada, inhibida y anormal. Es verdad que no todos pueden contraer matrimonio en estos tiempos, pero eso no niega la realidad más grande de que Dios creó al hombre para unirse en matrimonio. No todos están en una posición que les permita vivir vidas normales y plenas, consecuencia también de la actual y anormal situación económica, pero ello no niega de manera alguna que las condiciones son anormales. Es igualmente falso, anormal e indeseable decir que el celibato forzado indica una profunda espiritualidad y es parte necesaria de todo entrenamiento esotérico y espiritual. No hay mejor escuela de entrenamiento para un discípulo o un iniciado. que la vida de familia, con sus relaciones obligatorias, la facilidad que otorga el ajustarse y adaptarse, el servicio y los sacrificios que demanda y las oportunidades que ofrece para expresar plenamente todas las facetas de la naturaleza del hombre. El mayor servicio que puede prestarse a la raza es proporcionar cuerpos a las almas que encarnan, atenderlas y educarlas dentro de los límites del hogar. Pero la cuestión y el problema de la vida familiar y el engendrar hijos ha sido desfigurado y mal interpretado; pasará mucho tiempo antes de que el matrimonio y los hijos asuman su correcto lugar sagrado, y más tiempo aún pasará antes de que desaparezcan el dolor y el sufrimiento, debido a nuestros errores y abusos en las relaciones sexuales; la belleza y la consagración del matrimonio y la manifestación de las almas en la forma reemplazarán al actual conjunto de ideas erróneas.
El aspirante y el discípulo en el Sendero y el Iniciado en el "Camino Iluminado", no tienen por lo tanto mejor campo de entrenamiento que la relación marital correctamente aplicada y comprendida. La disciplina rítmica de la naturaleza animal, la ofrenda de las naturalezas emocional e instintiva al altar del sacrificio, y la autoabnegación requerida en la vida de familia, constituyen un enorme poder de evolución y de purificación. El celibato que se exige es de naturaleza superior en lo que respecta a las exigencias de la naturaleza inferior y a la negativa del hombre espiritual a dejarse dominar por la personalidad y las exigencias de la carne. Adoptar la actitud de imponer el celibato en la preparación de la mayoría de los discípulos, ha conducido a la prostitución y a la perversión de las funciones y facultades otorgadas por Dios; aún donde no ha existido esta penosa condición y donde la vida ha sido sensata, consagrada y sana, ha habido frecuentemente indebido sufrimiento, dolor, angustia mental y disciplina, antes de que puedan ser controlados los pensamientos y las tendencias irrefrenables.
Es verdad que a veces un hombre se ve obligado a llevar una vida en la cual enfrentará el problema del celibato y estará forzado a abstenerse de toda relación física y vivir una vida estrictamente célibe, a fin de demostrarse a sí mismo que puede controlar la parte animal e instintiva de su naturaleza, pero esta condición es frecuentemente el resultado de excesos y libertinaje en una vida anterior, y es necesario aplicar medidas rigurosas y condiciones anormales para neutralizar y rectificar errores del pasado y dar a la naturaleza inferior tiempo para reajustarse. Repito, esto no indica desarrollo espiritual sino más bien lo contrario. No olviden que estoy tratando el caso especial del celibato autoaplicado y no las actuales condiciones mundiales donde los hombres y mujeres, por razones económicas y de otra naturaleza, se ven obligados a vivir sin poder expresar la vida en forma natural y plena.
Finalmente, el problema sexual debe ser resuelto en el hogar y en condiciones normales, y a las personas más evolucionadas del mundo y a los discípulos de todos los grados les corresponde resolverlo.
Referencias:
Tratado sobre los Siete Rayos Tomo I. Pág. 242/245

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