Para ti caminante.

Conocer el camino no nos hace más sabios, andarlo con virtud, nos transforma en maestros.

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jueves, 11 de julio de 2013

No es fácil recordar que a medida [e147] que vivimos con pureza y rectitud, estamos en realidad trabajando con fuerzas, subyugando energías para nuestras necesidades, subordinando [i192] las vidas elementales a los requisitos de la existencia espiritual y poniendo en actividad un mecanismo y estructura vital que hasta ahora sólo había permanecido en estado latente y pasivo. Sin embargo, no deja de ser una verdad que, cuando las energías latentes en la base de la columna vertebral son conducidas a la cabeza y llevadas (a través del plexo solar, lugar de distribución de energía y de la médula oblongada) al centro entre las cejas, entonces la personalidad, el aspecto materia, alcanza su apoteosis y la Virgen María - en el sentido individual, analogía finita de una Realidad infinita - es "conducida al Cielo" para sentarse allí al lado de su hijo, el Cristo, el alma. Cuando las energías del centro sacro, enfocadas hasta ahora en el trabajo de creación y generación física, y por lo tanto origen del interés y la vida sexual, son sublimadas, reorientadas y ascendidas al centro laríngeo, entonces el aspirante se convierte en una fuerza consciente y creadora en los mundos superiores; traspasa el velo, y empieza a crear el canon de las cosas que, oportunamente, traerán el nuevo cielo y la nueva tierra. Cuando las energías del plexo solar - hasta ahora expresión de la potente naturaleza de deseos, que nutre la vida emocional, de la personalidad - son también trasmutadas y reorientadas y después conducidas al centro cardíaco, se obtiene como resultado, la comprensión de la conciencia, el amor y el propósito grupales, que hacen del aspirante un servidor de la humanidad y un asociado de los Hermanos Mayores de la raza. DK


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